EN MEMORIA DE JOSÉ ALONSO ZAPATA (1904-1936)
Nació en Polopos (Granada) en
1904, hijo de Manuel Alonso y Ángeles Zapata. Su padre era maestro y sus
hermanos mayores, Manuel (nacido en 1893) y Encarnación (nacida en 1901), se
dedicaron también a la enseñanza. Otra hermana se llamaba María de los Ángeles.
En 1927 aprobó las oposiciones
para el ingreso al magisterio y obtuvo destino en Pedrazales (Galende). En 1932
ascendió a la categoría de maestros con dotación de 3.500 pesetas. Casado con Petra
Bahamonde Rodríguez, tuvieron dos hijos, Pilar y Alonso Bahamonde.
En sus ideas políticas influyó
sin duda el ejemplo de su hermano mayor, Manuel Alonso Zapata, destinado en
Madrid, autor de La Escuela Unitaria (Madrid, Juan Ortiz, 1930) y La Nueva
Educación (Madrid, Magisterio Español), desde 1930 secretario general de la
Asociación general de Maestros, fundada en 1912 y denominada desde 1931
Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (FETE), presidida por
Rodolfo Llopis y diputado socialista en 1933-1936. También como lo ejemplifican
sus palabras públicas, fue consciente de la situación de atraso y de dominio
caciquil en la comarca sanabresa, en la que ejerció su actividad profesional.
En 1932, como secretario de la
Asociación de Maestros del partido de Puebla de Sanabria, participó en la
organización de los cursillos de perfeccionamiento para maestros. En el acto
inaugural “exhorta a sus compañeros a
trabajar intensamente esta semana que comienza, para que siguiendo el ritmo de
renovación social que se ha iniciado en todos los sectores de la vida sean los
maestros sanabreses la vanguardia de ese movimiento de renovación cultural y
que lleven a sus aldeas y a sus escuelas los nuevos cauces que la República
quiere infiltrar en sus ciudadanos para llegar a hacer una España grande y
feliz como todos deseamos”. En estas actividades de renovación pedagógica,
Alonso Zapata contó con la colaboración entusiasta de José Salgado Luengo, inspector
responsable de la zona noroeste y candidato por el PCE en las siguientes
elecciones generales.
En diciembre del mismo año, con
motivo de la declaración del Lago de Sanabria como bien de dominio público
(tras reclamación de los vecinos de Galende) intervino en el acto de
celebración organizado por las organizaciones republicanas y la casa del
Pueblo, en el que, según La Mañana, “con
una alocución brillante, excita a los ribereños a no dejarse liberar por los
caciques, que ofrecían mercedes para aprovecharse de los beneficios. Termina
dando un viva a Sanabria libre. Una clamorosa ovación ahoga las últimas
palabras del orador”.
En concurso de traslado celebrado
en 1933 obtuvo en propiedad la plaza de la escuela unitaria número 2, serie A,
de Puebla de Sanabria, y en noviembre de 1935 formó parte de la junta encargada
del funcionamiento de la cantina escolar de Puebla. Aunque no se conserva
documentación, parece ser que habría participado en la creación de la FETE en
la provincia de Zamora, que se constituyó en fecha tan tardía como marzo de
1936.
En mayo de 1936 publicó en la
Tarde un artículo titulado “Ni una provocación más” en la que denunciaba la
ofensiva terrorista desarrollada por la Falange en Sanabria tras la victoria
electoral del Frente Popular, y la insuficiente respuesta de las autoridades,
con frases como estas:
“Estamos amenazados de muerte por la canalla reaccionaria que parece ser
–por la impunidad con que actúan- que siguen siendo los amos. (…) Y ahora que
nos hemos convencido que se les jalea, que se les mima, que tienen armas y
libertad completa para obrar, sin ser molestados, surge en nuestro ánimo la
duda y el desaliento. Los que deben prestarnos auxilio, no tienen más que
promesas y ante este dilema, sólo nos queda un camino, la violencia. Pero
piensen bien, aquellos a quienes debe interesarle por su cargo y
representación, que hemos agotado cuantos medios estaban a nuestro alcance,
para evitar una situación difícil y de desbordamiento, declinaremos cuanta
responsabilidad pueda cabernos”.
Estas palabras resultaban
premonitorias pero también revelaban una impotencia que se pondría de
manifiesto al producirse el golpe de estado. Aunque en la alta Sanabria se
registró la única oposición digna de tal nombre, los intentos de coordinar a
los partidarios del régimen democrático, en los que José Alonso Zapata habría participado
junto al alcalde de Puebla, José Boyano, fueron inútiles, y no tardó en
desencadenarse una durísima represión. Detenido por la guardia civil el 22 de
julio de 1936, ingresó en la prisión de partido de Puebla de Sanabria.
El 23 de agosto, en el documento
que ilustra este post, el gobernador civil, teniente coronel Hernández Comes,
ordenó al director de la cárcel la entrega del detenido al falangista Manuel
Girón, oficialmente para su traslado a la cárcel provincial de Zamora. Sin
embargo ,aunque Manuel Girón firmó el recibo el 24 de agosto, José Alonso
Zapata no llegó a Zamora, sino que, de acuerdo con un informe de la guardia
civil, "apareció muerto a fines de
agosto último en un monte cercano al pueblo de Mombuey". Tres semanas
antes, el 5 de agosto, había sido asesinado en Ávila, donde pasaba las
vacaciones, su hermano Manuel Alonso Zapata.
Tres días después de su
asesinato, el gobernador civil incluyó el nombre de José Alonso Zapata en la
lista de los maestros a los que declaraba destituidos. El 22 de enero de 1940,
la Comisión provincial de Depuración hizo publicar en Boletín la orden del
Ministerio de Educación por la que, una vez tramitado su expediente de depuración,
se imponía a José Alonso Zapata la sanción de separación definitiva del
servicio, con baja en el escalafón. La única superviviente de los tres
hermanos, Encarnación, con destino en Carbonero de Ahusín, pudo reintegrarse a
la enseñanza tras haber sido sancionada.
Evidentemente, en un caso como el
que nos ocupa, no podemos dejar de hacer mención a los perpetradores. Así como
la biografía del teniente coronel Hernández Comes es sobradamente conocida, la
figura de quien aparece como ejecutor material no forma parte de la nómina de
personajes a los que estamos acostumbrados, ni se trata de uno de esos
productos del lumpen que tan cómodos resultan a los espíritus biempensantes.
Manuel Girón Hernández, comerciante, conocido deportista en su juventud, en la que
militó en Acción Popular, ingresó en Falange a tiempo de participar en las
luchas callejeras contra jóvenes de organizaciones obreras y de merecer, en su
condición de camisa vieja, los honores de la medalla de la Vieja Guardia y de
participar en el traslado de los restos de José Antonio Primo de Rivera. En la
retaguardia prestó, además de los ya conocidos, servicios en retaguardia de
“vigilancia e inspección de Locales” junto al ya (también) tristemente célebre
José Avedillo Brioso, y en 1938 era jefe de la centuria Manuel Redondo de la
Segunda Línea de Falange. En la postguerra accedió al cargo de delegado
provincial del Frente de Juventudes (1941), fue vocal de la sección de
pastelería del Sindicato Local de Alimentación de Zamora y a comienzos de los
años 60 era delegado provincial de la Vieja Guardia. En 1961 se le impuso la
Cruz de Caballero de la Orden de Cisneros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario