CONOZCAMOS A NUESTROS REPRESORES, 4
MIGUEL FRANCO OLIVARES (1898-1984)
Lucio-Miguel Franco Olivares nació
en Paradinas de San Juan (Salamanca) el 6 de julio de 1898, hijo de Francisco e
Isabel. En 1928 ingresó en la catedral de Zamora como contralto, y tuvo una
estrecha relación personal con el obispo Manuel Arce Ochotorena. En esta ciudad
se instaló en C/ Santa Clara nº 31, y posteriormente adquirió en propiedad una
vivienda en la c/ Las Damas nº 15.
Incorporado a la Falange, tras la
sublevación de julio de 1936 intervino activamente en actividades represivas.
Según Mateos ("La guerra civil (1936-1939)", en Historia de Zamora, vol. 3, 2001, p. 637), “los fusilados (…) frecuentemente eran acompañados
por un sacerdote que sobre su traje talar, escaso valor y símbolo debía
significar para él, pues se revestía de una camisa azul que exhibía el yugo y
las flechas de Falange. (…) El tal cura le (sic) ofrecía los auxilios
espirituales –con frecuencia solicitados- y ¡ay! ¡cuántas veces les daba el
tiro de gracia! Para bien morir, decía, sin duda, para confortarse y justificarse
con su conciencia…”. Algunas personas que en su niñez fueron atendidas en los
comedores de Auxilio Social recuerdan a Miguel Franco, capellán de esta obra
asistencial, haciendo público recuento de cuántos de los asesinados de la noche
anterior habían cumplido con el sacramento de la reconciliación y explicando a
los niños que quienes habían rechazado la confesión habrían ido al infierno.
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Miguel Franco, a la izquierda, en la bendición de un centro de Auxilio Social |
Además de estas funciones, Miguel
Franco parece haber tenido entre sus actividades de aquella época la delación,
pues se le atribuye el informe que Mateos cita (p. 644) oponiéndose a la
rehabilitación de José Datas –favorecido por su amistad con el gobernador
Enrique Veiga y con Fausto Martínez Castillejos-, al que acusaba de ser
“pervertidor de la juventud zamorana… pues había maestros que ante el pelotón
de fusilamiento decían encontrarse en tal situación por las doctrinas de
Datas”. Otra persona que afirmaba haber sido denunciada por Miguel Franco era
el pintor Jesús Gallego Marquina, uno de los fundadores de la Agrupación
Republicana de Zamora, que tras pasar en Madrid los años de la guerra fue
encarcelado diez meses en Zamora, estuvo condenado a
muerte y pasó dos años en la cárcel en Madrid.
En contra de la marginalidad que
la tradición popular suele atribuir a los personajes más implicados en la
represión, Miguel Franco no sólo gozó de la amistad de pistoleros como José
Avedillo Brioso sino también de personajes tan influyentes como Carlos Pinilla
Turiño. En noviembre de 1936 fue nombrado secretario de la delegación
provincial de Prensa y Propaganda de FE de las JONS, cuyo delegado era Ángel
Pulido Mazo.
El 16 de abril de 1945 tomó
posesión del puesto de director del Hogar Provincial de la Diputación de Zamora
(colegio de Nuestra Señora del Tránsito), al refundirse en uno solo los puestos
de capellán y director del centro, obteniendo tres votos de la comisión de
selección, frente a dos favorables al otro candidato, Julián Salvador Manso
Iglesias. El recurso contencioso-administrativo de éste (representado por José
Andreu de Castro y Venancio Hernández Claumarchirant) fue estimado por
sentencia cuyo cumplimiento hizo necesaria la convocatoria de un nuevo
concurso, que se llevó a cabo en 1951. En esta ocasión, Miguel Franco obtuvo en
propiedad el puesto de director en un concurso en el que se valoraba como
méritos “la condición de mutilado, excombatiente o excautivo”, “estar en
posesión de alguna condecoración por motivos de guerra o políticos” y “haber
prestado servicios al Nuevo Estado que hubiesen dado origen a la concesión de
algún cargo”, su rival era el presbítero José María Redondo y formaban el
tribunal los diputados provinciales Manuel Prieto Arroyo, Zacarías Sánchez
Contra y Ángel Contra Lozano, el secretario Juan Cuesta Pérez, Porfirio Nafría
y el canónigo David Cavero.
Su jornada era de tres horas y
media por la mañana y tres horas por la tarde, siendo responsable de “servicios
educativos y disciplinarios”. En 1947 su sueldo era de 6.000 pesetas anuales y
en 1956 se incrementó de 13.500 a 19.000 pesetas y al año siguiente la
Diputación desestimó su solicitud de aumento a 25.000, por desempeñar funciones
“puramente administrativas” y no “de dirección de un servicio”, pues se
encontraba bajo la dependencia de un director general de los servicios de
Beneficencia de la Diputación. Al jubilarse el 1 de agosto de 1968 sus
retribuciones eran de 71.894 pesetas.
En 1955 Miguel Franco ingresó en
el Consejo Asesor Provincial del Instituto Nacional de Previsión. También formó
parte del Consejo Provincial de FET y de las JONS, capellán del Frente de
Juventudes y asesor de cuestiones morales y religiosas de Auxilio Social.
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Miguel Franco, fácilmente reconocible en el Consejo Provincial de FET y de las JONS (mayo de 1945) |
En 1967 el colegio albergaba 370
acogidos, bajo la dirección de Miguel Franco, atendidos por la comunidad de Hijas
de la Caridad (la superiora era sor Ignacia Idoate) y con Tomás Alonso Pinilla,
vicario de la diócesis, como asesor religioso.
Fue condecorado con la Cruz de
Caballero de la Orden de Cisneros.
Como capellán de la jefatura
provincial del Movimiento le correspondió oficiar misas en jornadas
significativas, como las celebradas en el Valle de los Caídos por los Caídos de
la provincia o las que se celebraron en Zamora en memoria de Carrero Blanco,
tras la muerte de éste.
Falleció en su localidad natal,
el 1 de junio de 1984, dejando como herederas a su hermana Bernabela-Felisa y a
su sobrina María del Consuelo Martín Franco.
Fotografías: Archivo Histórico Provincial de Zamora
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