Berardo Cadierno
González
(Cañizo, 1900-Zamora,
1936)
Una teoría muy extendida vincula
el auge del fascismo, en aquellos países en los que logró imponerse, a una
reacción de los propietarios rurales –grandes, medianos y muchos pequeños-
frente a la movilización del proletariado agrícola. Hemos podido comprobar que
existe una relación directa entre la mayor virulencia de la represión
franquista y la existencia de organizaciones de trabajadores de la tierra, y
allí donde los obreros del campo alcanzaron un mayor grado de empoderamiento,
accediendo a las instituciones de gobierno local y arrebatando a los
propietarios la exclusividad del control del mercado de trabajo, el golpe de
estado franquista vino acompañado por una verdadera política de exterminio de
los miembros destacados de las Sociedades de Trabajadores de la Tierra. Un bien ejemplo
de ello es lo ocurrido con la Sociedad de Campesinos, Profesiones y Oficios
Varios de Cañizo, presidida por Berardo Cadierno González.
Nació en Cañizo (Zamora) el 16 de
enero de 1900, hijo de Antonino Cadierno Fernández, servicial (jornalero), y de Elena González Díez. En 1924 se casó
con María del Carmen Crespo García y tuvieron dos hijos, Antonio (nacido en
1926) y Servilia (en 1928). Tras enviudar, se casó en segundas nupcias con
Celia, con quien tuvo un hijo, Ramiro, nacido en mayo de 1936. Al igual que su
padre, Berardo fue toda su vida jornalero, y en el momento de su muerte había
alcanzado la categoría de mulero. En el censo electoral de 1930 se indica que
sabía leer y escribir, mientras en el de seis años después se señala lo
contrario, a pesar de que contamos con documentos escritos de su puño y letra.
En junio de 1931 Berardo presidió
la segunda refundación de la
Sociedad Obrera vinculada a la UGT (las dos anteriores fueron
en 1904 y 1919), bajo el nombre de Sociedad de Campesinos, Profesiones y
Oficios Varios, que en 1933 alcanzaría la cifra de 42 asociados, de los que 38
eran jornaleros.
A primeros de julio de 1931, la
sociedad convocó una huelga para reclamar un incremento salarial y la
aplicación del decreto de Términos Municipales, que, como el resto de la
legislación laboral del nuevo régimen, era incumplido sistemáticamente por los
patronos. Cuando el pueblo fue ocupado por la Guardia Civil el 6 de julio,
Berardo trató de evitar los enfrentamientos pero su llamamiento fue desoído por
los obreros y los disparos de la Guardia Civil provocaron la muerte del
hortelano Germán Prieto y varios heridos (también un guardia civil sufrió
contusiones). A raíz de estos hechos, que provocaron una intensa campaña de
solidaridad en la provincia, fue detenida la junta directiva de la Sociedad y
cuatro obreros fueron condenados a diversas penas por un consejo de guerra.
Aunque Berardo no fue finalmente encausado por estos hechos, sufrió la
persecución laboral habitual en los obreros sindicados y, junto a Narciso
Pedrero, fue denunciado en agosto del mismo año por su patrón, el alcalde
monárquico (reelegido en abril de ese mismo año) Severino Olea, que lo acusó
del robo de un carro de mieses.
Tras la victoria del Frente
Popular en las elecciones generales de febrero de 1936, el 13 de marzo el
gobernador civil destituyó al ayuntamiento elegido en 1931 (que se componía de
concejales monárquicos puntualmente reciclados como agrarios, cedistas y
radicalsocialistas) y nombró, para sustituirlo, una comisión gestora formada
por cinco socialistas (incluido Berardo) y tres miembros de Izquierda
Republicana. El 17 de marzo se constituyó la nueva gestora, cuyos miembros
eligieron presidente a Aniceto Martín y vicepresidente a Berardo Cadierno, que
actuó como presidente en funciones hasta finales de ese mes. En el pleno del 3
de mayo, Berardo Cadierno planteó la propuesta de suspender de empleo y sueldo
al secretario municipal Julio Robles Granado, alegando razones políticas ajenas
a su desempeño como funcionario (era presidente de la agrupación local de
Acción Popular). Es probable que esta suspensión, que fue aprobada por mayoría
absoluta, tuviera consecuencias en la represión posterior, no en vano los
únicos vocales socialistas que sobrevivieron a la represión fueron Aniceto
Martín, que permaneció escondido hasta 1950, y Cándido Gómez, que votó contra
la suspensión de Robles (el secretario redactó de su puño y letra inculpatorios
de la alcaldía que fueron tenidos en cuenta por las autoridades militares).
La mayor preocupación de la
gestora durante sus cuatro meses de funcionamiento fue el paro estacional
derivado de la mala cosecha de ese año. Para paliar sus consecuencias, se
estableció un repartimiento extraordinario pero los mayores propietarios se
negaron a pagarlo y bloquearon la actividad de la comisión mixta del trabajo
rural. El 6 de junio Berardo Cadierno presidió una reunión con ellos, que
resultó infructuosa.
Al conocerse la noticia del golpe
de estado, Berardo trató de evitar la resistencia de los partidarios del Frente
Popular, y aunque los obreros se movilizaron, los propietarios y afiliados
derechistas (básicamente de Acción Popular) se hicieron con el control del
pueblo. Tras la llegada de un delegado gubernativo al frente de fuerzas
golpistas, la gestora fue destituida por las autoridades militares y tres de
sus ocho miembros (Berardo, Alejandro Barrera y Leoncio González) detenidos y
trasladados a la cárcel de Zamora, junto con los vocales obreros de la comisión
mixta. El 30 de julio se constituyó el nuevo Ayuntamiento, en el que se reponía
en sus cargos a los concejales que habían sido elegidos en abril de 1931,
presididos por Severino Olea. Posteriormente, una vez acabados los trabajos de
la siega, se produjeron otras dos oleadas de detenciones de obreros, una a
finales de agosto y la otra a mediados de diciembre.
El 4 de noviembre, fue sacado de
la cárcel de Zamora un grupo de nueve detenidos, de los que ocho eran vecinos
de Cañizo y uno (el sastre Narciso Silva), de Zamora. Oficialmente su destino
era la cárcel de Bermillo de Sayago, pero se les trasladó al cementerio de San
Atilano, donde todos ellos fueron fusilados y enterrados en sepulturas del
cuartel de San Antolín. Los vecinos de Cañizo incluidos en la saca fueron los
vocales de la Gestora
Berardo Cadierno González, de 36 años y Alejandro Barrera
Cadierno, de 28, los vocales representantes de la Sociedad Obrera en la Comisión Mixta del
Trabajo Rural Sabino Méndez Raposo, de 26 años, Jesús Ondarreta Fuentes, de 30
años, y Honorio Ferrero Díez, de 27, y tres obreros que no ocupaban cargos pero
habían sido detenidos a raíz de la huelga de 1931: los hermanos Melanio y
Cándido Herrero Cadierno, de 36 y 41 años, y Teodoro González Raposo, de 23
años. Otros cinco vecinos de Cañizo habían sido asesinados entre el 26 de
agosto y el 21 de septiembre, y el goteo de muertes seguiría hasta el 19 de
diciembre, totalizando 22 víctimas (entre ellas, tres vocales de la Gestora
municipal y cinco de la
Comisión Mixta ).
La represión franquista se cebó
en la familia de Berardo Cadierno, que era especialmente odiada por la clase
patronal: sus primos Marciano Cadierno Martín e Isaac Martín Cadierno fueron
asesinados el 26 de agosto en Molacillos, y Paulino Orellana, marido de su
prima Saturnina Cadierno, el 22 de noviembre en Zamora. El esposo de su prima
Valentina Cadierno, y dos hermanos de éste (Manuel, Victoriano y Félix Raposo)
fueron encarcelados.
Eduardo Martín González
Agradecemos la colaboración de los descendientes de Berardo
Cadierno
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