Foro por la Memoria Zamora

sábado, 14 de octubre de 2017

ANTONIO PERTEJO SESEÑA (Zamora, 1912-1936)






Antonio Pertejo Seseña logró en su corta vida ganarse el respeto de un amplio sector de asalariados y pequeños propietarios de la Zamora del período republicano, entre los que su merecida fama de honradez e integridad le otorgaron una influencia y autoridad moral que lo convirtieron en un objetivo prioritario del plan de exterminio de los golpistas de 1936.

Nació en Zamora en 1912, miembro de una familia numerosa de clase media en la que encontramos exponentes de diversas orientaciones políticas e ideológicas. Su padre, José Pertejo Díez, de origen leonés, era un empleado del Banco de España, profundamente católico. Su madre, María Antonia Seseña, natural de Madrid, simpatizó con las tendencias políticas progresistas de varios de sus hijos. Ambos respetaron las opciones que siguieron sus hijos, a los que proporcionaron una cuidada educación: tres de ellos, María, José y Jesusa, se dedicaron a la medicina, Ángela, al magisterio, y Marcelino estudió seis años en el seminario antes de presidir la Federación de Estudiantes Católicos y ser miembro de Renovación Española. Otros hijos fueron Teresa, Dionisio, Margarita y Alejandro.

En 1931, cursando estudios secundarios, Antonio se afilió a la Sección de Bachillerato de la Asociación Profesional de Estudiantes Zamoranos (sección zamorana de la FUE), de la que en abril de ese año fue elegido secretario y, posteriormente, tesorero. Tras finalizar sus estudios secundarios, trabajó como escribiente en una asesoría y más tarde, como interino, en la Diputación Provincial. En diciembre de 1932, con 20 años, ya era miembro del Partido Comunista de España, junto con otros diez afiliados zamoranos, siendo el suyo el carnet nº 6 del Radio Comunista fundado en la capital el mes de mayo anterior y presidido por Amado Hernández Pascual. Junto a este radio, funcionaron otras organizaciones de ámbito comarcal, al menos en Villalpando, Toro y Benavente, que aportaron candidatos en las elecciones generales de 1933 y que, sumadas a los núcleos existentes en las obras de los Saltos del Duero y del ferrocarril en Sanabria, sumaban 95 afiliados en la provincia en el tercer trimestre de 1935.

Participó activamente tanto en la vida política como en la sindical de la ciudad y la provincia, y como miembro de la Sección de Oficios Varios de la Casa del Pueblo, ocupó los cargos de Presidente de la Federación Local de Sociedades Obreras de Zamora (y secretario interino de la Federación Provincial) y miembro de la Junta del Paro Obrero. Fue detenido y multado en septiembre de 1932 “por fijar pasquines comunistas en la vía pública”, nuevamente tras una manifestación en febrero de 1934 y, por orden del comandante militar de Zamora, en octubre de 1934, “por considerarlo elemento de mucho peligro para la conservación del orden público”.

Como Secretario Político del PCE de Zamora, representó al partido (junto a Andrés Espinosa y Félix del Valle) en el comité provincial del Frente Popular y fue uno de los organizadores de la coalición. En las elecciones del 16 de febrero, el PCE de Zamora no contó con candidatos en la lista de la coalición pero respaldó la candidatura (integrada por representantes del PSOE, la UGT, Izquierda Republicana y Unión Republicana) y, de hecho, Ángel Galarza requirió el respaldo de Pertejo como condición previa a la aceptación de un puesto de candidato. Tras la victoria electoral de febrero, Antonio publicó en La Tarde una serie de tres artículos, en los que bajo el título de “La revolución proletaria”, criticaba las posturas maximalistas que en el seno del movimiento obrero amenazaban la unidad de acción de las organizaciones integrantes del Frente Popular, y defendía la necesidad de la subsistencia de los comités del Frente Popular y, dentro de ellos, de unos comités de enlace de las organizaciones obreras, que impulsaran una revolución democrática.

En abril de 1936, Antonio Pertejo formó parte de la candidatura del Frente Popular en las elecciones de compromisarios para elegir Presidente de la República, junto a Félix Valbuena (Unión Republicana), Gonzalo Alonso (Izquierda Republicana) y José Almoina (PSOE), y resultó elegido con 36.327 votos.

Al producirse el Alzamiento, al igual que otros dirigentes de organizaciones del Frente Popular, rechazó acompañar a Galarza en su viaje a través de la frontera portuguesa para alcanzar la zona leal al Gobierno, lo que ha generado una controversia posterior alimentada principalmente por los publicistas simpatizantes del franquismo -que demonizaron como cobardes y traidores a todos aquellos dirigentes republicanos a los que no lograron asesinar-, e incluso, en el presente caso, una escena pergeñada por Arrarás, que le atribuye una reacción digna del folletín más trasnochado: “Hasta que aparece Pertejo bramando de coraje: -¡Villano, cobarde, ha huído!” (sic). En realidad, todo indica que Pertejo y los restantes dirigentes obreros, engañados por las garantías de lealtad que les ofrecieron el gobernador civil y las fuerzas del orden, calcularon mal la correlación de fuerzas existente en Zamora.

La demostración de fuerza efectuada por los golpistas el 19 de julio hizo que Antonio descartara una resistencia armada en la ciudad que habría resultado suicida, y tras rechazar la ayuda de su padre para huir a Portugal, encomendó a su familia la destrucción de documentos que podían ayudar a identificar a compañeros del partido, y se escondió en la huerta de una familia de simpatizantes, donde con una máquina de escribir portátil, redactó un Boletín de Información del Comité Representante de las Organizaciones Obreras, que llamaba a la población a la resistencia contra las autoridades golpistas y del que, según la acusación formulada en el posterior Consejo de Guerra, habría producido copias con una multicopista procedente de la Casa del Pueblo, que habrían sido distribuidas por varios jóvenes durante la semana inmediatamente posterior al Alzamiento.

Pocos días más tarde, Antonio Pertejo fue detenido: en la última carta dirigida a su madre le dice que va a morir “con la conciencia tranquila”, alude a las torturas a que le están sometiendo, señala que “cuando recibo algún daño me acuerdo de los que están en peores condiciones”, y llama a continuar resistiendo ante los golpistas, “animando a mis camaradas para que sigan en la brecha”. Al mismo tiempo, el día 29 de julio se le declaró separado del servicio, junto a otros once empleados interinos, por el Pleno de la Comisión Gestora de la Diputación nombrada por los golpistas, a propuesta de su presidente, el capitán Agustín Martín (presidente provincial de Acción Popular).

El 3 de agosto, Pertejo fue sometido, junto a Manuel Antón, secretario de la Federación Provincial de Sociedades Obreras, al primer Consejo de Guerra sumarísimo celebrado en la provincia tras el golpe, lo cual denota la importancia que los rebeldes les atribuían a ambos, al tener constancia de que contaban con las simpatías y el apoyo de un elevado número de trabajadores, y por considerarlos la encarnación, respectivamente, del PCE y de la Casa del Pueblo. El juicio fue una farsa sin ninguna garantía, en el que la defensa se encomendó al comandante de Infantería Teodoro Arredonda Lorza, uno de los principales miembros de la trama golpista en Zamora, sin darle tiempo para leer siquiera el sumario, instruido por el también comandante de Infantería José Mora Requejo. La vista se celebró en el salón de actos del cuartel de Infantería, y Pertejo trató de asumir toda la responsabilidad de los delitos que se les imputaban a ambos acusados, con el fin de salvar a Manuel Antón (Pertejo aludió a la situación en la que quedaría la familia de éste) y a los jóvenes que también habían sido detenidos por la distribución del Boletín (todos los cuales serían condenados a penas de prisión y ejecutados extrajudicialmente). Según recuerda su hermana Jesusa, Antonio confiaba todavía que la represión tuviera un carácter más selectivo y pensaba que su sacrificio evitaría males a otros muchos.

En la sentencia se consideraba probado que Pertejo y Antón imprimieron y difundieron unas “hojas clandestinas” que llamaban a la resistencia contra los sublevados, provocando focos de resistencia y choques violentos “de los que derivaron buen número de bajas”. De esta forma, la ficción jurídica creada por los golpistas, acusando de rebelión militar a quienes habían defendido el orden constitucional, alcanzaba las más altas cotas de perversión, al responsabilizar a los dirigentes de las organizaciones leales al gobierno legítimo de la sangrienta represión que los golpistas, de acuerdo con un plan preconcebido de exterminio, lanzaron contra los sectores más conscientes de la clase trabajadora zamorana.

El 7 de agosto, a las cuatro de la madrugada, Pertejo y Antón fueron fusilados en el Cuartel Viriato por un pelotón formado por guardias civiles (pues las autoridades golpistas desconfiaban de la buena disposición de los soldados de reemplazo a realizar esta tarea), y en el certificado de defunción del primero se inscribió como causa de su muerte “tres heridas de arma de fuego”. Circulan por Zamora diferentes versiones acerca de las gestiones que la familia Pertejo (sus hermanos Marcelino y Teresa) habrían hecho ante el obispo Arce Ochotorena para lograr su intercesión en favor de Antonio, pero lo único que merece la pena comentar aquí es que resultaron infructuosas y que la persistencia de leyendas urbanas según las cuales el obispo habría llegado a afrontar algún riesgo sólo demuestra el ínfimo nivel cultural de una sociedad capaz de reproducirlas.

La familia Pertejo experimentó en todas sus consecuencias posibles las consecuencias del golpe militar. Tres de los hermanos, María (que llegaría a dirigir un hospital de las Brigadas Internacionales), José (médico en Monóvar) y Alejandro (que había dejado Zamora días antes, acompañado por su madre, para asistir a la Olimpiada Popular de Barcelona), pasaron la guerra en la zona leal y los dos últimos combatieron en el ejército republicano. Los tres fueron encarcelados y cumplieron condena después de la derrota de la República. También fue encarcelado, poco después del Alzamiento, el marido de otra hermana, Ángela. La tradición familiar afirma que cuatro hermanos coincidieron combatiendo en el mismo frente, dos en cada bando.

Después de su muerte, a Antonio Pertejo se le incoó un expediente por la Comisión de Incautación de Bienes, el número 1/1936 de Zamora, cuya tramitación continuó posteriormente la jurisdicción especial de Responsabilidades Políticas. En dicho expediente obra un informe del gobernador civil nombrado por los golpistas, el teniente coronel Raimundo Hernández Comes, en el que se le acusa de ser “Jefe de la Rebelión y autor de los escritos publicados en Zamora los días 23 y 24 de julio en contra del glorioso Movimiento nacional. Pertenecía al Socorro Rojo Internacional”. El comisario jefe de Investigación y Vigilancia, por su parte, lo consideraba “sujeto peligrosísimo” que “hacía propaganda de sus ideas, aconsejando matar a todos los contrarios al marxismo”. En una demostración de cómo el franquismo convirtió la historiografía en un instrumento complementario de la represión, el primer cronista oficial del régimen, en la Historia de la Cruzada Española, trató de envilecer para la posteridad la memoria de Pertejo presentándolo como “el más peligroso de todos ellos, un oficinista conocido por Pertejo, organizador de células y grupos de acción comunistas".

                                               Eduardo Martín González, 3 de noviembre de 2015


Fuentes:

Archivo Histórico Provincial de Zamora, Responsabilidades Políticas, Comisión de Incautación de Bienes.

Arrarás, Joaquín, Historia de la Cruzada Española, Madrid, Ediciones españolas, 1941.

Blanco Rodríguez, Juan Andrés y Ruiz González, Cándido, “La represión en la provincia de Zamora durante la guerra civil y el franquismo”, en Berzal de la Rosa, Enrique (coordinador), Testimonio de voces olvidadas, Valderas, Fundación 27 de marzo, 2007, volumen 2, pp. 237-314.

Boletín del Círculo Republicano Zamorano nº 3 (14 de abril de 2005).

Casquero Fernández, José-Andrés, “República de trabajadores”, en La Opinión-El Correo de Zamora, 30-10-2005, p. 12.

Espacio Rojo. Órgano de expresión de la Juventud Comunista de Zamora, núm. 9 (octubre de 2009), extraordinario dedicado a Antonio Pertejo, del que procede el montaje fotográfico que ilustra este texto.

García de Rozas, Rosario, “Imagen y memoria” (necrológica de Jesusa Pertejo Seseña), en La Opinión-El Correo de Zamora, 03/08/2007.

Grupo de Investigación “Antonio Pertejo” (Cándido Ruiz González, John Palmer, Pilar de la Granja Fernández, Amable y Aquilino García Domínguez, Julio Sánchez Quirino y David Viñas García), “El PCE durante la II República y la Guerra Civil en la provincia de Zamora”, en I Congreso sobre la Historia del PCE (1920-1977) (Oviedo, 6, 7 y 8 de mayo 2004) (Actas en CD).

Jackson, Gabriel (ed.), “Guerra civil española. Año 1936. Hechos acaecidos en Zamora y provincia. Memorias de Ángel Espías Bermúdez”, en Ebre 38. Revista Internacional de la Guerra Civil (1936-1939), 2 (2004), pp. 61-84.

Mateos Rodríguez, Miguel Ángel, La República en Zamora (1931-1936). Comportamiento político electoral en una sociedad tradicional, Zamora, I.E.Z. Florián de Ocampo, 1995.

Mateos Rodríguez, Miguel Ángel, “La guerra civil”, en Historia de Zamora, tomo III. La edad contemporánea, Zamora, I.E.Z. Florián de Ocampo, 2001, pp. 577-651.

Pertejo Seseña, Jesusa (Zamora, 1920), “La guerra civil española (julio 1936-marzo 1939). Relato” (memorias inéditas escritas en 1999).

La Tarde (1935-1936).


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